miércoles, 23 de mayo de 2018
CAPITULO 60
—Eliana, en serio, no sé para qué me has hecho venir a tu habitación tan deprisa cuando esos dos casi se estaban matando en el salón. Será mejor que me digas pronto lo que ocurre, no quiero dejar a Nicolas mucho tiempo a solas con un tipo como tu hermano. Quién sabe lo que se le puede llegar a pegar de él… —dijo Paula intentando huir de su amiga, que desde hacía unos momentos la miraba de una forma bastante extraña.
—Creo que ya es demasiado tarde para eso, Paula, ya que ese niño es la viva imagen de mi hermano… —soltó furiosamente Eliana, haciendo que los pasos de su amiga se detuviesen cuando intentaba salir de la habitación.
—¡Mierda! —masculló Paula antes de volverse para enfrentar su fría mirada.
—¿Por qué nunca me dijiste que el hombre que te atormentaba era mi propio hermano? —preguntó Eliana antes de continuar—: Porque supongo que esa persona a la que nunca podías olvidar, ese hombre que siempre te jugaba malas pasadas, el padre de Nicolas… siempre ha sido Pedro, ¿verdad?
—¿Qué querías que te dijera, Eliana? —repuso débilmente ella.
—¿Tal vez la verdad, Paula? —replicó su amiga con sarcasmo.
—¡Y lo hice! Lo único que siempre evité revelarte fue su nombre…
—Pedro puede llegar a ser bastante irritante en ocasiones, pero nunca se comportaría así con una mujer.
—Evidentemente no conoces a tu hermano lo suficiente.
—No tanto como tú, al parecer, que hasta tienes un hijo con él y se lo has ocultado durante todos estos años… ¿Cómo has podido hacer eso, Paula? —quiso saber Eliana.
—¿Qué querías que hiciera? —se quejó ella amargamente—. Pasamos una noche juntos, en la que me sedujo haciéndose pasar por otro, y a la mañana siguiente sus únicas palabras fueron que, cuando me volviera a acostar con otro para tratar de olvidarlo, me asegurara antes de que no se trataba de él mismo. No creo que fueran unas palabras muy alentadoras para animarme a que lo informara sobre mi embarazo cuando me enteré de ello.
—Mi hermano no es así, y si lo hizo tendría sus razones para…
—¡Pues explícamelas tú, porque yo aún no las comprendo! —exclamó Paula con rabia.
—Entonces supongo que ese hombre del que quieres vengarte es Pedro, ¿verdad? ¿No crees que ya lo has castigado suficientemente al no contarle la verdad sobre vuestro hijo?
—¡Nicolas es mi hijo! Nunca lo utilizaría para vengarme de Pedro… Y si he venido dispuesta a solucionarlo todo con tu hermano es porque quiero dejarlo atrás definitivamente para seguir con mi vida.
—No pienso permitir que le hagas daño a Pedro, Paula. Antes de convertirte en una mujer irracional y llevar a cabo tu estúpida venganza, tal vez deberías hablar con él y aclararlo todo —apuntó Eliana, conciliadora.
—¿Como lo hablaste tú con Alan cuando volviste a este pueblo tras la universidad y tu paso por Nueva York? —replicó Paula.
—¡Eso fue distinto!
—¿Por qué?
—Porque él era un salvaje.
—¡Pues tu hermano es un canalla! —manifestó Paula a viva voz, haciendo que Eliana volviera el rostro enfadada, negándose a escuchar la verdad—. ¿Sabes lo que más me jode de todo esto? ¡Que Pedro en ocasiones se comporta como un verdadero cabrón y sólo yo lo veo! ¡A ojos de todo el mundo, es el niño bueno de Whiterlande, pero sólo yo veo su auténtica forma de ser! —finalizó, marchándose airadamente de la habitación de su amiga dispuesta a poner algo de distancia entre ellas hasta que las cosas se calmaran, o hasta que terminara su estancia en ese pueblo, lo que ocurriera antes.
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