martes, 29 de mayo de 2018

CAPITULO 81




—Vale, hay algo muy importante que tengo que preguntarte —anunció Pedro a la mañana siguiente mientras acompañaba su propuesta de un suculento desayuno en la cama—. ¿Vendrás conmigo al baile?


—¡Oh, Pedro! ¿Por qué siempre lo hacemos todo al revés? —se quejó Paula, tapando su rostro avergonzado con la almohada—. ¿No se supone que eso me lo deberías haber preguntado antes? —replicó finalmente, saliendo de su escondite ante el olor del delicioso desayuno.


—¿Y tu respuesta es…? —insistió él, mostrando una apetitosa tostada ante el hambriento rostro de Paula.


—Sí, Pedro. Iré contigo a ese dichoso baile.


—¿Te das cuenta de que ésta será nuestra primera cita? —preguntó Pedro, cogiéndola entre sus brazos y dejando de lado la comida para dedicarse a tareas más gratificantes, como volver a seducir a esa esquiva mujer.


—Sí, ¡y espero que esta noche sea perfecta! —lo reprendió juguetonamente Paula, dispuesta a que se cumpliera alguno de los sueños que una vez tuvo con ese hombre.


—Puedo asegurarte que nunca olvidarás esta noche —prometió él, evitando dar una respuesta clara sobre cuáles eran sus planes mientras acallaba las preguntas de Paula con un beso.


—Yo nunca puedo olvidar las noches que paso contigo —contestó ella seriamente, para luego añadir con una sonrisa—: Pero ¿se puede saber qué has planeado?


—¡Oh, eso lo sabrás en su debido momento! —anunció Pedro mientras intentaba volver a revivir algunos de los apasionados instantes de la pasada noche. Para su desgracia, los móviles de ambos comenzaron a sonar y todo se quedó en unos cuantos entusiastas besos un tanto subidos de tono—. Creo que tu entrometida hada madrina te reclama —dijo pasándole su teléfono a Paula, a través del cual Eliana no cesaba de atosigar insistentemente con su llamada.



—¿Y quién te está llamando a ti? —preguntó Paula con una sonrisa mientras ignoraba su propio teléfono por unos segundos.


—Dos molestos ratones a los que pienso aplastar por facilitarme nefastos consejos —respondió un molesto Pedro mientras se alejaba hacia la ducha y comenzaba a reprender a sus desastrosos amigos.


—¿Sí, Eliana? —contestó Paula mientras volvía a tumbarse en la cama—. ¡Mierda, es verdad! ¡No tengo nada que ponerme! —exclamó cayendo en la cuenta cuando su amiga le recordó la escasa indumentaria que había llevado consigo—. ¿Que con quién estoy en estos momentos? —repitió en voz alta mientras veía a un hombre desnudo caminando bastante decidido hacia ella—. Pues, verás…, con un príncipe… —bromeó, sabiendo cuánto le molestaban a Pedro esas palabras.


En ese instante, Paula se vio cargada a hombros de él sin ninguna clemencia, y, mientras éste se dirigía hacia la ducha, fue amonestaba con una palmada en la nalga.


—Aunque en ocasiones se porta como un canalla —añadió quejándose del malvado trato de ese hombre mientras frotaba su trasero y le lanzaba una mirada de reproche.


—Eso está mejor, por lo menos ahora no le mientes a mi hermana —dijo Pedro, tras lo que simplemente le arrebató el teléfono a Paula y lo arrojó sobre la cama antes de adentrarse en la ducha para poner en práctica alguno de sus juegos de seducción.


—¡Ah! Entonces estás con Pedro… —dijo la voz de Eliana desde el olvidado aparato, al que ninguno de los dos le prestaba ya atención.



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