Aunque no había salido todo como estaba escrito en aquella estúpida carta, Nicolas estaba bastante orgulloso del resultado. Desde el jardín podía observar la ventana del cuarto de su madre, y a través de ella veía cómo sus padres sellaban una nueva promesa de amor con un beso.
Sus tíos se encontraban algo magullados, pero eso no era nada que no se pudiera resolver con unas buenas vacaciones que, por lo visto, pensaban tomarse en Whiterlande, algo ante lo que su abuelo gruñó con reprobación.
Todo parecía marchar al fin como debía en su vida.
—Y pensar que toda esta complicada historia comenzó por una estúpida carta de amor… —dijo Nicolas, suspirando ante las locuras que podían llegar a cometer los mayores.
Mientras entraba corriendo a casa para reunirse con sus padres, la carta cayó del bolsillo trasero de su pantalón, mostrando las palabras que durante tantos años había guardado en su interior.
Te amaré por siempre.
Quizá tú no te hayas fijado en mí, soy una chica tímida que no destaca nada
entre la multitud de exuberantes mujeres que siempre te rodean. Me creerás
estúpida por decirte que te amo en una carta cuando casi no nos conocemos, pero
ahora que me marcho, creo que ésta es la última oportunidad que tengo para
expresarte lo que siento antes de que nos separemos durante mucho mucho
tiempo, ya que estoy segura de que estamos hechos el uno para el otro y
volveremos a encontrarnos.
Cuando volvamos a vernos, puede que hayan pasado muchos años y que apenas
me recuerdes. Y, si lo haces, no creo que te importe mucho, ya que ni siquiera te
acordarás de esta carta, en la que te abro mi corazón. Aun así, intentaré que me
recuerdes porque te amo, amo esa parte de ti que parece tan perfecta como creen
los demás, pero también me gusta esa parte maliciosa que tratas de ocultar. Te
quiero porque, aunque la mayoría de las veces me ignoras, siempre acudes a
salvarme en el momento más inesperado, no sé si porque quizá te fijas en mí
cuando yo no te miro o porque simplemente eres así y tienes que comportarte
como un perfecto caballero en todo momento. Ignoro cómo transcurrirán
nuestras vidas a lo largo de los años, pero sí sé cómo será el final de nuestra
historia de amor: yo seré como esa damisela indefensa que es arrastrada de un
lado a otro y clama desesperada por su caballero en una aislada torre, mientras
tú serás ese héroe que me salvará de los ogros que siempre me rodean y me
custodian.
Puede que la torre no sea una torre y que yo no sea tan desvalida. A lo mejor
los ogros no serán tan malos y tu armadura habrá perdido su brillo con el paso
de los años, pero lo importante es que, cuando me cojas entre tus brazos, nunca
más nos alejaremos, y entonces comprenderás que tú me amas tanto como yo te
amo a ti y, por tanto, nuestro amor perdurará por siempre, algo que espero que
nunca puedas olvidar a lo largo de los años que están por separarnos.
Besos de Paula Chaves, una mujer que nunca podrá olvidarte, Pedro Alfonso,
XXXXXOOOOOO
—¿Cómo podría olvidarme de ti…? —murmuró Pedro, guardando con cariño esa carta que un día había caído en sus manos tan fortuitamente como volvía a hacerlo ahora.
Y, con cuidado, la depositó en el bolsillo de su camisa muy cerca de su corazón, un lugar que Paula siempre había ocupado desde la primera vez que llamó su atención
No hay comentarios:
Publicar un comentario