sábado, 19 de mayo de 2018

CAPITULO 47




Nicolas observaba confundido desde la puerta de su habitación cómo su madre se comportaba de una manera muy inusual: corría de un lugar a otro con un sobre en las manos, muy parecido al de esas ñoñas películas románticas que lo obligaba a ver en contadas ocasiones. Luego lo abrazó y sonrió ilusionada.


Definitivamente, su madre estaba muy rara. Tal vez tendría que espantar a algún otro pretendiente echando nuevamente sal en los dulces que hacía Paula y añadiendo unas gotitas más de tabasco al café. Luego solamente tendría que pedir ayuda a sus tíos y ese nuevo novio de mamá sería historia, porque nadie que no fuera su padre tenía permitido
acercarse a ella.


Bueno, ¡al fin había conseguido encontrar una buena pista sobre el paradero de su padre! 


Espiar a sus tíos le había dado buen resultado, para variar. Cuando minutos antes asomó su curiosa naricilla al pasillo, dispuesto a ver a su madre, oyó a su tío Jeremias hablar con ella. 


Apenas pudo percibir nada de lo que se dijeron, pero sí oyó claramente cómo su tío esperaba que su papá aún los estuviera aguardando, y esta vez a Jeremias se le escapó el nombre del lugar donde éste se hallaba: Whiterlande, un dato que Nicolas apuntó rápidamente en su libreta, ya que lo acercaba un poco más a él.


Ahora solamente tendría que convencer a su madre para que le permitiera viajar a ese lugar, encontrar a su padre con la deficiente descripción que sus tíos le habían dado, enseñarle a éste cómo ser un buen hombre, conseguir que conquistara a su madre y asegurarse de que nunca jamás volvieran a separarse…


—¡Cuántas responsabilidades con tan sólo seis años! —suspiró Nicolas resignado.


Y, mientras entraba en la habitación de su madre, decidido a esperarla para preguntarle una vez más sobre un hombre del que nunca quería hablar, Nicolas vio en el pequeño escritorio que había junto a la cama una invitación para ella. La celebración no tardaría mucho en llevarse a cabo, duraría tres días, a lo largo de los cuales se realizarían distintos eventos y actividades.


Tal vez Nicolas habría roto esa invitación e intentado convencer a su madre de que no lo dejara solo haciendo uso de uno de sus berrinches, de no ser porque la reunión que se mencionaba en ella tendría lugar justamente en el sitio al que estaba resuelto a ir, ya que, lo quisiera su mamá o no, él había decidido que ya era hora de echarle un vistazo a ese hombre tan imperfecto que ella aseguraba que era su padre.



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